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 Reflections on Returning

 

Dominique Bluhdorn, Martha Vidal and Stephan D. Kaplan
President, The Altos de Chavón Cultural Center Foundation; Director, Altos de Chavón Cultural Center  Gallery;  Rector, Altos de Chavón School of Design

We have known Julio Valdez so long that we almost cannot remember not knowing him. He was in one of the first group of graduates of Altos de Chavón School of Design, the innovative art and design affiliate of Parsons School of Design, founded in La Romana, Dominican Republic in 1983. From those days until now, he has retained the luster and sense of wonder that made him stand out as a young artist.

 

For Julio Valdez, the period of artistic experimentation, skill acquisition, and familiarization with art history were accomplished with surprising ease compared with the other students of his group. From the outset, he was on his way to being an artist. Such profound determination was atypical among his peers. It called our attention, provoking the admiration of all, and even the envy of some. We hired him to teach despite his being scarcely older than the students. His talent, however, was unmistakable. Professionalism had taken hold. Julio Valdez had learned the steps and his journey to success and recognition was in progress.

 

When he began to experience the kind of gallery and exhibition inclusion that now is commonplace for him, it reaffirmed our belief that quality still is rewarded. When he won the prizes and the attention of critics and collectors, when he was juried into the important shows, it was clear why. He set an impressive example. Julio Valdez leaves little or nothing to chance. He researches the possibilities. He makes the deadlines, frames and packs the artwork himself, arranges for the shipping, and conceives and oversees the catalog design. No detail escapes him; nothing is haphazard or casual.

 

His art is one with his attitude toward work. His painting and printmaking are meticulous, carefully experimental, full of hard work, and endlessly self-evaluated. When something unexpected emerges, thanks to his clear command of the craft, it seems calculated; there are passages that appear to contain provoked accidents and controlled ambiguities - but there is never chaos or fury. The work shimmers with harmony and unity. Julio Valdez's quintessential visual blend is as melodic and lyrical as the music he listens to as he works. Personal symbols for humankind, beasts, and flora emerge from the profound depths of his layered painted environments with ease and grace.

 

This extraordinary painter, printmaker, and draftsman compels us to note the course he is on. With this show at the Altos de Chavón Gallery in La Romana, where his talent was spawned, he honors his roots and shows us how far he has come in so little time.

 

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Hemos tratado a Julio Valdez por tanto tiempo que casi no recordamos no haberle conocido. Estuvo en uno de los primeros grupos graduados de la Escuela de Diseño de Altos de Chavón, la innovadora institución docente de arte y diseño afiliada a la Parsons School of Design fundada en La Romana, República Dominicana, en 1983. Y desde esos días hasta ahora, ha conservado la brillantez y el sentido de lo maravilloso que lo hiciera entonces sobresalir como joven artista.

 

Para Julio Valdez, el período de experimentación plástica, la adquisición de técnicas diversas y válidas, y la familiarización con la historia del arte, fue logrado con asombrosa facilidad, lo que constrastaba con los otros estudiantes de su grupo. Desde el comienzo estuvo en el camino de ser un artista. Tan profunda determinación era atípica entre sus compañeros, lo cual llamó nuestra atención, provocando la admiración de todos y hasta la envidia de algunos. Pronto lo contrataríamos para enseñar a pesar de ser escasamente mayor de quienes serían sus alumnos. Su talento era inconfudible. El profesionalismo había tomado dominio. Julio Valdez había aprendido cabalmente cada paso y su camino hacia el éxito y su reconocimiento estaba en progreso.

 

Desde que comenzó a ser incluido en galerías y exhibiciones que ahora son un lugar común para él, nos devolvió la confianza en que aún la calidad es recompensada. Estuvo siempre muy claro el por qué de tan incipientes y sostenidos premios, de la cuidadosa atención de críticos y coleccionistas. Como afirmación de la capacidad de trabajo y una sostenida e incontenible creatividad, ha sido un ejemplo contundente. Julio Valdez ha dejado poco o nada a la casualidad, minuciosidad que pauta su vida, se desborda en tareas complementarias que alcanzan hasta los detalles prácticos como el enmarcado y empaque, los arreglos de envío, y la concepción, diseño y supervisión de sus catálogos. En fin, nada se le escapa, nada es improvisado o fortuito.

 

Su arte es igual que su actitud hacia el trabajo. Su pintura y su grabado es meticuloso, de una cuidadosa experimentación, donde paso a paso se adviertan los rigores de una pertnaz laboriosidad y de una interminable autoevaluación. Cuando surge la novedad, g racias al claro dominio de la técnica, esta se siente calculada, hay pasajes que se adviertan como accidentes provocados, ambigüedades que se controlan, donde jamás hay caos ni nada que pueda advertirse como la intensidad que podría llamarse furia. Su obra resplandece con perfecta armonía y unidad. La esencial mezcla visual de Julio Valdez es a su vez melódica y lírica, como la música que escucha cuando trabaja. Y así, su imaginación crea incesantes símbolos personales para la humanidad, bestias y floras que emergen desde profundas y ricas intensidades hacia capas que se materializan como ambientes pintados con gracia y facilidad.

 

Este extraordinario pintor, grabador y dibujante nos obliga a tomar nota de su trayectoria. Con esta exposición en la galería de Altos de Chavón en La Romana, donde con atrevimiento afirmamos que su talento fue engendrado, honra sus raíces y muestra lo lejos que ha llegado en tan poco tiempo.

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